Historia

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Castilleja de la Cuesta se encuentra dentro del área de influencia del poblado calcolítico de Valencina de la Concepción, que llegó a superar las 20 hectáreas de extensión. Es evidente que la Villa está enclavada en lo que fue territorio de Tartessos, produciéndose a poca distancia el hallazgo del tesoro del Carambolo. Según algunos historiadores, la Villa de Castilleja fue un asentamiento turdetano, en la provincia romana de la Bética, siendo su primitivo nombre el de Ucía, tal y como aparece en la “Geografía” de Ptolomeo. Otras versiones hunden sus raíces en los restos del antiguo Osset, recibiendo el estatuto de municipio gracias a César; por aquellos remotos años batió moneda, apareciendo algunas en las proximidades de esta, en las que figura la palabra “Osset” y un rostro de vendimiador desnudo con un racimo en las manos.

En el período musulmán pasó a llamarse Castalla Talaçana, haciendo mención al castillejo que debió existir en este tiempo. En esta etapa, tuvo un importante núcleo de habitantes mozárabes. Ya por aquel entonces, menudeaban por el Aljarafe alquerías, (reminiscencias de las Villas Romanas), tres de estas al menos, han sido documentadas en Castilleja de la Cuesta estando habitadas por pequeños propietarios agrícolas que posteriormente fueron expulsados. En 1.248, Fernando III el Santo conquistó los alrededores de Sevilla con el fin de poner cerco  a la ciudad hispalense. Parece ser que tras esta conquista, a Castilleja le cambian el nombre por el de Alixar; este hecho no tuvo aceptación, probablemente ante el temor de perder la identidad comercial que poseía la Villa, puerta de los productos del Aljarafe hacia Sevilla, volviéndosele a cambiar por el Castellán, para finalmente denominarse Castilleja de la Cuesta

En el repartimiento de Sevilla, Castilleja fue dividida en dos por Alfonso X el Sabio, siendo citada como “Castellán”. Una parte fue dada a su tío Rodrigo Alonso, hijo de Alfonso IX. Rodrigo cede su parte a la Orden de Santiago en 1.267, a cambio de una heredad próxima a Benavente. Esta Orden había jugado un papel muy importante en la conquista de Sevilla, siendo el principal apoyo del Rey. La otra parte de Castilleja, conocida como Calle Real, se la conservó el Monarca y pasó a depender eclesiásticamente del Arzobispado y su Cabildo. La repoblación de Castilleja fue complicada debido en gran parte a la situación que vivía el reino de Castilla, enfrascado en múltiples enfrentamientos entre el rey castellano Pedro I y sus hermanos bastardos y la oleada de epidemias que asolaron la provincia entre 1350 y 1363. Varias fueron “LAS CARTAS PUEBLAS”, otorgadas por la Orden de Santiago, que dieron a Castilleja el impulso definitivo para su repoblación: la de 1334, otra en 1367, la otorgada en 1370 y la de 1408, que supuso una renovación de la primera.

Tras una sucesión de responsables en el cargo de administración y tras la muerte del maestre santiaguista don Alonso de Cárdenas, los Reyes Católicos incorporan todos los territorios de la Orden de Santiago a la Corona, entre los que se hallaba el término de Castilleja de la Cuesta: “Por una Real Orden se ordenó al concejo, justicia y regimiento de Castilleja de la Cuesta que tuviese al Rey por señor propio de la Villa, su término y jurisdicción, rentas y demás pertenencias que allí habían poseído la Orden y su Encomienda hasta entonces”. Años más tarde,  por un “Privilegio de Venta Real” librado por Carlos I de España, a favor de Pedro de Guzmán, conde de Olivares y fechado en Toledo a 23 de mayo de 1.539, se producía la venta de la Villa de Castilleja por la Corona, a excepción de la Calle Real que por aquellos años pertenecía a la vecina Villa de Tomares. El asunto de la calle Real se comenzaría a zanjar hacia 1.624. Esta operación fue larga, ya que era preciso efectuar un desgajamiento de parte del término de Tomares y a la vez proporcionar al núcleo vecinal que iba a venderse, un término territorial a costa del de los concejos de vecinos. El “Privilegio de Venta”sin embargo no fue expedido hasta diciembre de 1.634.

De enorme interés son los datos históricos pertenecientes al siglo XVII, entre los que se destacan la llegada de las órdenes religiosas de Dominicas Concepcionistas y la de los Franciscanos Descalzos de San Diego, y la construcción de edificios históricos de los que sobresalen la construcción de algunas haciendas y el desaparecido convento de  Nuestra Señora de la O. Curiosos son igualmente las periódicas celebraciones de las fiestas de carnaval “Carnestolendas” celebrados en la población.

Castilleja de la Cuesta continuaría perteneciendo a la casa de Olivares hasta los albores del siglo XIX, período en que se suprimen definitivamente los señoríos, pasando a convertirse en Ayuntamiento ordinario. Será una etapa de esplendor para la Villa, como punto de suministro hacia Sevilla de los productos aljarafeños. Caben reseñarse las catorce haciendas de viña y olivar existentes en la villa desde el siglo XVII: Sagrada Familia, Santa Bárbara, San Ignacio, San Rafael, Real de San Pablo, de la Condesa de Lebrija, de los Romero, de San Francisco de Paula, Marques de Loreto, de Segovias, de Huemes, de los Doblas, Nuestra Señora del Rosario y La Pintada.

El primer Ayuntamiento “constitucional-ordinario” de Castilleja de la Cuesta data del año 1808, cuando la propietaria de dicho término, María Teresa Silva y Palafox, madre del conde duque de Olivares Carlos María Stuart Fitz James Portocarrero, lo cede a la Junta Central, creada a raíz de la invasión francesa. Hacia 1.810, al entrar a reinar José Bonaparte, y ante la disolución de la mencionada Junta Central, dicha corporación se disuelve constituyéndose una nueva, regida por afrancesados. Después de la guerra de la Independencia, y por mandato de una Real Cédula del día 8 de agosto de 1.814, se hace una renovación de Ayuntamientos volviéndose a restablecer los constituidos en 1.808 y 1.809, formándose también en los pueblos que no los tenían. Será finalmente en 1.833, cuando se redacte una nueva Real Cédula en la que se establecen Reglas de Elecciones y Gobierno para los Ayuntamientos ya constituidos. Estas reglas serán el germen de las que, en la actualidad, gobiernan los municipios democráticos.
    
Adentrándonos en el siglo XX, la elaboración de caldos, y productos conserveros se verían sustituidos por la elaboración de las tortas que tanto prestigio dieron y siguen dando a la villa de Castilleja de la Cuesta. A mediados de esta  centuria se llegaron a contabilizar las siguientes: Inés Rosales, Andrés Gaviño, Hernán Cortés, Cansino Hermanos Prieto y De los Reyes, permaneciendo en la actualidad la de los Hermanos Prieto y una de nueva creación llamada Upita de los Reyes. Tal fue la importancia respecto a la mano de obra empleada que se tuvo que recurrir a personas de localidades vecinas, Gines, Bormujos, para cubrir los puestos de trabajo ante la gran demanda de géneros que -curiosamente como en el periodo de esplendor de las haciendas- también se llegaron a exportar a muchas ciudades hispanas, europeas y también americanas. Se debe reseñar la importancia que durante estos años tuvo la fabricación de alfombras en la localidad, instalándose un taller “Baldomero Negrón”, que aún permanece hasta nuestros días. En ellos se elaboraron algunas piezas para los Palacios Real de Madrid y de Segovia entre otros, y se vistió casi en su totalidad las dependencias del Hotel Alfonso XIII de Sevilla.

Con la llegada del siglo XXI, será la industria de servicios la que se vaya abriendo paso en la población ante el espectacular aumento de sus vecinos. Hoteles y grandes superficies comerciales como IKEA y AIRESUR, constituyen hoy día la industria más significativa de Castilleja de la Cuesta.

Durante siglos, la historia de la Villa se ha visto engalanada por personajes ilustres que nacieron en ella o la habitaron durante momentos determinados de su existencia: Hernán Cortés, Fray Antonio Vázquez de Espinosa, la marquesa de Lebrija, don Gabriel Torres de Navarra y Monsalve, don José Marín Oliver, los duques de Montpansier, el general Venenc, Fray Ceferino González, don Juan Oliver, Hermanos Reyes, y don Rafael Bellido, entre otros.